"El periodista Seyoum Tsehaye se encuentra en la celda número 10 del Bloque A01" : nuevas revelaciones sobre el campo penitenciario de Eiraeiro

A pocos días de la Cumbre de Jefes de Estado de la Unión Africana, que se celebrará del 31 de enero al 2 de febrero de 2008, Reporteros sin Fronteras exhorta a los países miembros a intervenir con Eritrea. Y, por otra parte, pide a la Unión Europea que adopte sanciones individuales para los responsables de la cárcel.

Eritrea

El periodista independiente eritreo Seyoum Tsehaye, último galardonado con el Premio Reporteros sin Fronteras – Fundación de Francia, sigue vivo y encarcelado en la celda número 10 del Bloque A01, reservado para los presos políticos más importantes, en el campo penitenciario conocido como "Eiraeiro", cerca de la localidad de Gahtelay, al norte de la carretera Asmara-Massawa.

Esta información, entre otras, la ha conseguido Reporteros sin Fronteras en enero de 2008, de una fuente eritrea cuyo anonimato se ha preservado, y que ha tenido acceso a esa cárcel donde se encuentran internado muchos responsables políticos.

Según este testigo, Seyoum Tsehaye fue trasladado a Eiraeiro en torno a 2003. Se le ha visto a punto de pegarse con sus guardianes, varios años después de su llegada a ese campo penitenciario secreto, situado en el valle de una región montañosa y desértica. Muy agitado, con la cabeza afeitada y larga barba, se ha rebelado varias veces contra los soldados encargados de vigilarle, negándose a tomar la comida de los presos y repitiendo que había "hecho su trabajo", que es "responsabilidad" suya y que "le importa un comino morir allí".

A Seyoum Tsehaye, convertido en fotógrafo y cineasta independiente tras haber dirigido la televisión pública después de la independencia, se le daba por desaparecido desde abril de 2002, en las cárceles eritreas. Varios presos de conciencia, encabezados por Fessehaye Yohannes, apodado "Joshua", fueron entonces trasladados a un destino desconocido, con el objetivo de ocultar la huelga de hambre que había iniciado para exigir que se presentaran ante un tribunal. Junto con una decena más de directores de periódicos y redactores jefes, a Seyoum Tsehaye le detuvieron en las razias ordenadas en septiembre de 2001 por el presidente Issaias Afeworki y sus colaboradores, después de que varias personalidades del partido único, y del ejército, reclamaran públicamente reformas democráticas en el país.

La fuente de Reporteros sin Fronteras ha descrito con detalle el complejo penitenciario, su funcionamiento y las condiciones en que están detenidos los presos. En 2006 se difundieron unas primeras informaciones, en un informe efectuado por los servicios de inteligencia etíopes. Pero se trataba de testimonios de segunda mano. El presente informe es un resumen el relato de este testigo directo, cuyas palabras ha recogido un representante de Reporteros sin Fronteras, y que vienen a confirmar las primeras informaciones hechas públicas sobre ese complejo penitenciario de alta seguridad, aunque sin embargo se ha dicho de él que no es "la peor de las cárceles de Eritrea".

Procedimientos de accesos

A los presos destinados al internamiento en Eiraeiro les llevan, con los ojos vendados, en un vehículo todo terreno hasta el campo penitenciario, situado a pocos kilómetros del pueblo de Gahtelay, en la provincia del Mar Rojo septentrional. Una región que tiene importantes variaciones de temperatura, que van de cuarenta grados Celsius durante el día a varios grados por debajo de cero en la noche.

A mitad de camino al pueblo de Asus, después de la localidad de Filfil, una carretera nueva se hunde en una zona montañosa, donde en otros tiempos había una plantación de café. Después de unos cuarenta y cinco minutos de viaje se encuentra un primer control atravesando la carretera. Varios soldados guardan ese primer acceso, que no se puede franquear más que con un salvoconducto sellado por la oficina del Jefe del Estado. El responsable del puesto de guardia tiene que telefonear al administrador del campo, y proceder al registro del vehículo, antes de dejar que el preso y su escolta continúen el camino, hasta el lugar denominado "cota 346" en los mapas del Estado Mayor.

Desde 2005, las unidades especiales encargadas de la custodia del campo llevan uniformes beige con dibujos de camuflaje, y tienen que hacer un juramento especial para conseguir ese destino, en el que se comprometen a no revelar nada sobre Eiraeiro. Llevan casco, van armados con un fusil ametrallador AK-47 y una porra. Antes llevaban el uniforme beige con sahariana llamado “Milano”, de los combatientes eritreos.

Alrededor de un kilómetro después de la barrera se encuentran las barracas de los guardianes de Eiraeiro, y después finalmente el perímetro del propio campo, señalado en un lado por unas filas de hierro con púas, y hacia el norte por un campo de minas. Tras el segundo control, los presos son llevados a la oficina del administrador, un edificio en forma de L en el exterior del recinto del complejo, donde se encuentran los detenidos. En el inmueble hay también una panadería, un puesto médico y una farmacia, así como una habitación para los altos responsables que llegan de Asmara, y especialmente para el presidente Issaias Afeworki.

Los presos son presentador al administrador del campo, el teniente coronel Isaac Araia, apodado "Wedi Hakim". Tanto los presos como sus escoltas — e incluso los oficiales llegados de Asmara para interrogar a algún interno —, tienen que vaciar sus bolsillos y desembarazarse entre otras cosas de todos los pedazos de papel y los lápices que pudieran llevar encima. El administrador verifica la autenticidad de los salvoconductos, así como la agenda de visitas previstas, en una habitación vigilada por dos cámaras de vídeo. Les da a firmar a los presos un documento, en el que se detalla su identidad, y les entrega un uniforme, compuesto de pantalón y camisa azul, dos mantas militares y una estera.

Un gulag africano

Con los pies descalzos, escoltados, con la prohibición formal de mirar o hablar a otros detenidos, o a los guardias con los que pudieran cruzarse, los presos franquean el recinto del campo, delimitado por un muro de cuatro metros de alto, y son conducidos a uno de los tres edificios en que se encuentran las celdas.

Más abajo del edificio de la administración, en un solar, el campo penitenciario está constituido por un conjunto de tres "bloques"; unos edificios de cemento en forma de E, donde se alinean 64 habitaciones herméticas, separadas por un grueso muro. Cada una de las alas de esos bloques lleva una letra y un número. Las tres alas del boque donde están internados los presos más importantes, y entre ellos los periodistas, se llaman : A01, B01 et B03.

En cada ala, la primera fila de celdas da al exterior. La segunda se alinea a lo largo de un pasillo que atraviesa el edificio. "El principio con que se construyeron los bloques es que las puertas de la celdas den a un muro, de manera que no puedan ver a los demás", ha explicado el testigo a Reporteros sin Fronteras.

Las celdas son cubos ciegos de tres por tres metros, terminados en un techo inalcanzable para un hombre. Permanecen iluminadas las veinticuatro horas del día por bombillas colocadas detrás de un círculo de plástico opaco. Están cerradas por puertas de metal numeradas, en las que se ha colocado un visor de diez por diez centímetros, a través del cual los guardianes pasan la comida a los presos. A mano derecha, al entrar en la celda, un agujero en el suelo hace las veces de aseo, y encima de él hay un grifo de agua, que solo puede accionar el administrador del campo.

Al fondo, frente a la puerta, una barra de metal de un metro de alto, anclada en suelo, sirve para atar a los presos cuando se les castiga. Si los guardias consideran que se han portado mal (una mirada o un gesto dirigido a otro preso, o a un soldado, por ejemplo), les esposan los pies y les atan las manos a la espalda, en torno a la barra. Se ven obligados a permanecer en cuclillas "durante al menos 40 horas", según la fuente de Reporteros sin Fronteras.

El infierno cotidiano

A los presos se les tiene, durante toda la jornada, con luz eléctrica y en el aislamiento más absoluto. Algunos están atados de pies y manos, otros no. Cuando no están encerrados en la celda, a los presos les llevan a una de las tres salas de interrogatorios, que con frecuencia llevan a cabo Abdulla Jaber, responsable de la seguridad del partido en el poder, el Frente Popular para la Democracia y la Justicia (PFDJ), y otros altos responsables como Yemane Gebreab, apodado "Monkey", consejero especial del presidente Issaias Afeworki. En esas sesiones torturan a los presos y sobre todo les pegan con látigos de plástico. Encima de las puertas de las salas de interrogatorios hay mensajes escritos. Uno dice : "¿Has visto los que se han muerto antes que tu?". Y otro : "Si no te gusta el mensaje, mata al mensajero".

Un barbero, que también va escoltado por un guardia para impedir que hable con los detenidos, rapa a los presos cada dos meses. Comen dos veces al día, en un bol de plástico, una sopa de lentejas, legumbres o patatas; también les dan un vaso de té por la mañana y seis trozos de pan. Solo tienen derecho a un litro de agua al día. A los detenidos que tienen peor aspecto les pueden entregar una ración de agua suplementaria, pero únicamente por prescripción facultativa del médico del campo, el doctor Haile Mihtsun. En esos casos se clava la receta en la puerta de la celda. El administrador abre los grifos de las celdas, situados encima de los aseos, veinte minutos por semana, obligando a los presos a lavarse el cuerpo y la ropa en ese corto espacio de tiempo.

En 2006 y 2007, las informaciones recogidas por Reporteros sin Fronteras, en Asmara y en el extranjero, hablaban de que en Eiraeiro habían muerto al menos nueve presos. Entre ellos estaban Yusuf Mohamed Ali, redactor jefe de Tsigenay, que habría fallecido el 13 de junio de 2006, Medhane Haile, redactor jefe adjunto de Keste Debena, que habría fallecido en febrero de 2006 y Said Abdulkader, redactor jefe de Admas, que habría fallecido en marzo de 2005.

El poeta y dramaturgo Fessehaye Yohannes, apodado "Joshua", cofundador del semanario prohibido Setit, habría muerto detenido el 11 de enero de 2007, según supo más tarde Reporteros sin Fronteras de fuentes creíbles. El testigo interrogado en enero de 2008 ha confirmado la muerte en detención de "Joshua", que estaba internado en la celda número 18, refiriéndose también a la existencia de un cementerio "detrás del edificio del administrador, donde están enterradas al menos siete personas.

fuente: RSF

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