Los últimos días del Che. Que el sueño era tan grande

Infinidad de libros se han publicado sobre la leyenda, la trayectoria y la vida de Ernesto Che Guevara. Como también muchos adjetivos se le achacan al guerrillero más conocido del mundo: un soñador, un libertador, un comunista, un asesino...

Sin embargo, a 40 años de su muerte muy poco se ha contado sobre los últimos días de su aventura boliviana, tras intentar sin éxito forjar lo que sería el comienzo de la revolución latinoamericana, y las sensaciones que provocó ese fatídico 9 de octubre de 1967 en el pueblo de La Higuera (Bolivia).

Juan Ignacio Siles, un especialista en guerrilla boliviana, profesor y ex ministro de RR.EE, lo intentó y se lanzó a la tarea titánica de ordenar todos los datos perdidos de ese momento histórico. El diplomático se pasó diez años revisando numerosos informes de la policía y de los soldados de la época, entrevistó a campesinos que en esa época eran niños, y a su vez analizó con detalle los diarios de los guerrilleros y en especial, el Diario del Che, resguardado en una caja fuerte de un Banco de Bolivia. Todo esta minuciosa investigación dio vida al libro, “Los últimos días del Che. Que el sueño era tan grande” (DEBATE).

“La guerrilla del Ñacahuazu y su desenlace es un hecho tan fuerte que conmovió las raíces más profundas de mi país. Yo era muy pequeño cuando ví, en una revista Life de 1968, las fotos del Che muerto y la verdad me impresionaron mucho”, comentó el diplomático a La Nación Cultura en su presentación en la Casa América de Madrid.

Mágicamente, al ex canciller la figura del Che lo perseguiría hasta su doctorado en la Universidad de Georgia, EE.UU, en los años noventa. “Tras escribir mi tesis doctoral volví a encontrarme con el Che, ya que su pensamiento de liberación y creación del hombre nuevo es muy parecido a la teología de la liberación, que era mi tema. Así me mantuve leyendo e investigué los momentos fundamentales de la guerrilla, como la batalla del Churo, donde el Che fue apresado. Pero mientras mas leía sobre el tema, no lograba sacar una conclusión de qué había pasado ahí. Así me encontré frente a un puzzle y me di cuenta de que para narrar la historia tenía que darle vida a cada uno de los personajes de ese acontecimiento”.

La novela de Siles mezcla la ficción con la realidad, funde la documentación con la vida, el dato con el sentimiento y la verdad con la pasión narrativa, tratando de dar una voz más íntima a los personajes. “Intenté entregar a los guerrilleros una voz poética y al Che una mas historicista. A los campesinos con su miedo. A los soldados comentando la batalla. He querido reflejar el ser más íntimo del lenguaje de todos los involucrados. De esta manera, los personajes cuentan la historia a su modo y el lector debe sacar sus conclusiones”, comentó.

Che, un amigo más que un líder

Juan Ignacio Siles declara que muchas veces imagina cómo habría sido encontrarse con el Che en la guerrilla. “Yo creo que él era un ser humano con enormes virtudes pero con tremendos defectos. Era muy exigente con sus compañeros, pero también consigo mismo. Producía una sensación de respeto extremo hacia sus hombres y de cierto miedo porque era un hombre muy iracundo en momentos de desesperación, especialmente por el asma, que lo tenía muy mal”.


Al mismo tiempo era un hombre que insuflaba amor por sus compañeros. “Se desvivía por ellos. Yo creo que fue detenido en gran parte por salvar a cuatro de ellos y, de hecho, lo logró. Además, los acompañaba, los guiaba, los dirigía y tenía un don de mando extraordinario y por eso, lo seguían tanto. Lo que más le dolía era la pérdida de sus compañeros porque, si bien eran sus hombres, sus compañeros, sobre todo, eran sus amigos”.

Argentina era el objetivo final


El Che Guevara había estado en Bolivia en su segundo viaje en motocicleta por Latinoamerica. “Visitó Bolivia en el 53 y para él supuso una impresión tremenda. Hay unas cartas maravillosas que le mandaba a su amiga “Tita” Infante, donde le cuenta y le describe lo que era Bolivia en el periodo de la reforma agraria”.

Sin embargo, en realidad Fernando (su chapa) no elige a Bolivia como objetivo sino que tenía en mente la Argentina. “Primero sus hombres habían elegido el norte de la ciudad de La Paz. En cambio, el Che prefiere el sudeste del país, donde hasta hoy en día hay situaciones de esclavitud y mucha miseria en las comunidades guaraníes, para pasar luego al norte de Argentina. Esa idea le surgió del periodista Jorge Massetti, fundador de PrensaLatina, quien había intentado iniciar una revuelta en Salta, que fue sofocada violentamente por la gendarmería”.

La “autoinmolacion” y el mito


El Che planifica la guerrilla de Bolivia durante seis meses de gran crisis personal en Praga y pese a tener el apoyo de Fidel Castro, del PC cubano y del PC soviético, se produce un extraño quiebre con secretario general del PCboliviano. “Mario Monje recibió una orden de los soviéticos de retirarle todo el apoyo en campo y el Che se queda huérfano. Es ahí donde decide para los biógrafos, autoinmolarse. A mí parecer no es así. Yo creo que el Che creyó hasta el final que tenía posibilidad de hacer algo porque veía las condiciones de miseria del país”.

El gran error, en opinión de Siles fue que el argentino no tenía las armas ideológicas para dialogar con el campesino. “Por ejemplo, el Che dio órdenes a su ayudante boliviano Moíses Guevara de dar clases de quechua a los combatientes en una zona donde se habla guaraní y español. Entonces, no tenía un verdadero conocimiento de la realidad geográfica o de la geopolítica boliviana. Sólo tenía una gran utopía que lo empujaba hacia adelante”.

Además, la desesperanza y luchar contra soldados muy jóvenes provoca en el Che una crisis de conciencia . “El mismo cuenta que deben emboscar a un grupo de soldados y le cuesta dar el inicio del ataque. Escribe en su diario: “estoy apuntando y no fui capaz de disparar”. Por otro lado, a los guerrilleros la ilusión inicial se va desdibujando, van perdiendo la confianza en Guevara y en sus propios jefes. Al final, la guerrilla termina en harapos. Finalmente, se cambian los escenarios de la guerrilla, se sale de la selva hacia unos lugares con menos vegetación y el escenario se torna desfavorable para ellos. A eso sumamos que los EE.UU preparan a los soldados más profesionalmente y estos toman conciencia de la lucha contra el comunismo”.


La muerte con los ojos abiertos


Definitivamente, el pensamiento colectivo asocia la imagen del Che muerto a los bolivianos y la del Che vivo con la boina a los cubanos. “La imagen de Korda corresponde a la victoria de la revolución cubana y en Bolivia esta no tiene sentido. El imaginario allí es el Che muerto. Recuerdo estar en la Feria del Libro de Cuba y llevamos fotos del Che muerto y produjo indignación y conmoción. En Cuba nunca la habían visto ya que no pertenece al imaginario popular cubano”, explicó.

Para Siles, la fotografía del Che muerto, con los ojos abiertos si bien en un comienzo produjo en Bolivia la desesperanza, rápidamente ligó al guerrillero a la divinidad, a un poder mágico. “Las clases populares, las clases intelectuales y los estudiantes vieron esa foto como una tremenda derrota. Sin embargo, la imagen se presenta también como la esperanza y en Bolivia se identifica al Che con Cristo. Es el Che resucitado, es la resurrección de la revolución, y es el pensamiento utópico que se rescata a partir de un icono”, concluyó

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