A 20 años del asesinato del periodista Jose Carrasco Tapia

El 7 de septiembre se cumplen 20 años del asesinato del periodista Jose Carrasco (Pepone), quien luchó hasta la muerte por la libertad y la democracia en Chile.

Fue asesinado por la guardia pretoriana del dictador Pinochet, la Centro de Inteligencia Nacional, liderada por el asesino Alvaro Corvalan.

Sin embargo, la imagen de "Pepone" se mantiene en el corazón del pueblo y en la mente de los periodistas que persiguen la verdad, la justicia y la libertad.

Desde ya el Colegio de Periodistas de Chile prepara una semana de reconocimiento a este periodista que nos enseñó que se lucha por los ideales hasta la muerte.

La matanza

Según la versión de familiares que son a la vez testigos presenciales, siete horas después de la emboscada a la comitiva del dictador Pinochet por parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, cerca de las 02:00 de la madrugada del 8 de septiembre de 1986, un grupo de hombres con gorros pasamontañas rodearon la casa de Felipe RIVERA GAJARDO, electricista, militante del PC, en Pudahuel, lo sacaron y lo subieron a un taxi que partió con rumbo desconocido.

Cerca de las 04:00 horas, media docena de hombres fuertemente armados irrumpen en la casa de Gastón VIDAURRAZAGA MANRIQUEZ, profesor, militante del MIR, en San Bernardo los que se cruzan con Carabineros y lo sacan a empujones con destino desconocido.

A las 05:00 de la madrugada llegaron hasta el domicilio del periodista José Humberto CARRASCO TAPIA, periodista, dirigente gremial, militante del MIR, en el Barrio bohemio de Bellavista tres civiles armados quienes se lo llevan a la fuerza.

Horas después fueron encontrados los cadáveres de los tres secuestrados, acribillados a balazos.
Al día siguiente, esto es el 9 de septiembre a las 03:00 de la madrugada, llegaron a la parcela de Abraham MUSKATBLIT EIDELSTEIN, publicista, militante del PC, del sector Casas Viejas, 12 individuos armados, los que lo secuestraron. Su cuerpo apareció acribillado horas después en un canal de regadío contiguo al camino que conduce a Lonquén.

Esa misma noche civiles armados intentaron secuestrar al abogado Luis Toro de la Vicaría de la Solidaridad.

Estos hechos se los atribuyó un comando autodenominado 11 de Septiembre. El Ministro Secretario General de la dictadura informó en esa época a la opinión pública que no se descartaba la posibilidad que estos crímenes obedecieran a una purga entre comunistas.

Esta Comisión, considerando la militancia y el trabajo de las víctimas, el que los secuestradores se identificaran como policías, el que los hechos se desarrollaran en horas de la madrugada, desafiando las rígidas medidas de control militar y policial del momento y la gran disponibilidad de medios de los autores, ha llegado a la convicción de que se trata de ejecuciones por motivaciones políticas con responsabilidad moral del Estado, ya fuere porque en estos hechos actuaban directamente sus agentes o porque había connivencia o tolerancia de éstos, siendo sus muertes violaciones a los derechos humanos.

fuente: Informe Rettig

-13 de noviembre, La Nación,
La segunda muerte de José Carrasco
por Ernesto Carmona


El sacrificio de Luciano es como otra muerte de su padre, José Carrasco.El segundo hijo del periodista nunca se repuso de la terrible experiencia que vivió en la madrugada del 8 de septiembre de 1986, cuando a los 14 años una banda armada secuestró a su padre desde la tibieza del hogar del barrio Bellavista. Esa noche Luciano presenció cómo lo sacaron a medio vestir, sin dejarle atarse los zapatos. "No los va a necesitar", espetó un sicario.Luciano y su hermano Iván se volcaron jóvenes a una intensa actividad política, siguiendo el camino de Peppone.

Sin embargo, Luciano jamás se repuso de lo vivido esa madrugada. La depresión fue en adelante compañía permanente.Su tragedia tiene que ver con la ausencia de justicia, aunque se conoce a los culpables con pelos y señas desde hace años. Si se hubiera hecho justicia, la familia habría recibido “además” una legítima reparación del Estado.Se habría podido financiar un tratamiento adecuado para la depresión crónica de Luciano.

Aunque parezca que su decisión recae, impotente, en el dolor de las personas equivocadas (su madre, la periodista Olivia Mora, quien sacó adelante a la familia; su hija de 10 años; su hermano Iván, sus amigos...), su inmolación es un grito desesperado por la justicia que todavía no ofrecen los tribunales, 16 años después y... en democracia.

Luciano puso en el tapete una cuestión mucho más profunda: la sociedad y el Estado le deben a la juventud reventada por el asesinato y/o la desaparición de sus seres queridos la posibilidad de atención médica, rehabilitación psicológica y tratamiento adecuado.

Desde luego, jamás nada reemplazará a los seres de su afecto perdidos para siempre. Además de privarlos de sus seres queridos, a estos jóvenes se les ha quitado el piso mismo de la vida. Es demasiada crueldad.

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