El último día que Madrid resistió a Franco



El periodista Pedro Corral presentó su novela histórica ‘La ciudad de arena’, donde narra desde ambos bandos, con un relato apasionante e histórico, los acontecimientos que precedieron la caída de Madrid a manos de Franco y el término de la Guerra Civil española. Corral muestra exquisitos pasajes que al lector que viva o que visite la capital española lo trasladará a esa dramática época.

Prensa EuroLatina/IC

Si bien el tema de la guerra civil española ha sido repetido hasta la saciedad en el cine o en la literatura y muchas veces termina denostado por parte de la sociedad española siempre generará dudas ya que aún no esta resuelto, especialmente para los vencidos, quienes aún tienen a sus seres queridos enterrados en la cuneta.

Por eso es importante que libros históricos como la primera novela del periodista , Pedro Corral, ‘La ciudad de arena ’ que aborda los últimos días de la lucha fraticida entre españoles en Madrid, salgan a la luz y cuenten la experiencia y sentimientos de ambos bandos. O que a través de hechos reales nos devuelva, en este caso al Madrid del 39 y nos retraiga a la situación interna que vivían sus habitantes por el asedio de las tropas franquista para que en un futuro no vuelvan a suceder estas guerras en las que no hay buenos ni malos, no hay héroes, y donde todos pierden.

En ‘La ciudad de la arena’, Pedro Corral, nos habla de personas concretas, humanas, que sufren, y que ante su situación extrema optan por salvarse individualmente. Es una novela que aborda la guerra civil desde una historia de amor, sin maniqueísmos, sin caer en la épica ni el heroísmo que muestran las cosas desde la sordidez y la penuria.

Lo entretenido e importante de ‘La ciudad de arena’ es que es una novela que habla con una perspectiva de 7 décadas y concretamente de un episodio no muy conocido y poco investigado. Hace 70 años se produjo el golpe de Estado, el 5 de marzo de 1939, a las 12 del mediodía, al interior del ejército republicano liderado por el coronel Casado, quien es engañado por Franco al prometerle una paz con amnistía.

Esta acción desembocará en unos hechos que no cambiarán el curso de la guerra pero muestra la real vida y los profundos sentimientos de los soldados de ambos bandos fuera de la propaganda ideológica.

El investigador y periodista de la Universidad Complutense contó en la presentación del libro que la novela nace cuando le empiezan a azotar en la cabeza muchas interrogantes sobre la guerra civil. “Nosotros, los de 46 años, pertenecemos a la generación perpleja, porque nuestro padres siendo niños y nuestros abuelos tuvieran que vivir el horror de la guerra en una zona u otra. Mi padre la vivió como niño en Valladolid y mi madre en Madrid, durante el asedio franquista durante tres años. Por eso, yo soy muy inconformista con mi visión de la guerra sobre como nos la han contado desde una bando u otro, especialmente durante los 40 años de propaganda y dictadura franquista. Y esa necesidad de contar la guerra desde la perspectiva de los perdedores para mí no debe ser absoluta sino una mirada que se comparte con la otra zona. De ese cruce de experiencia nos saldrá una historia más rica una verdad de la guerra civil más humana”.

La novela de Corral empieza desde la persona, desde el ser humano y desde los testimonios que el escritor ha oído de su familia, abuelos, etcétera. “Me di cuenta que la guerra civil vivida por las personas es muy diferente a la contada por los historiadores. Porque estos hacen una guerra contada desde los dirigentes de los partidos, opciones políticas de las maniobras militares, de las potencias. Pero donde podemos encontrar una guerra civil mas auténtica es a través de las personas que vivieron en el campo esta experiencia desde todos los ángulos”.

Buscando la historia

Pedro Corral, es considerado por la crítica como unos de los investigadores más originales y una buscador de las historias más escondidas de la época. ‘Los conquistadores de Teruel’, la batalla que logra el ejército República y la única ciudad que conquista la República en toda la guerra fue su primer ensayo, le valió un reconocimiento por parte de sus pares.

Esta historia corresponde a los soldados de la 84 brigada mixta que pelean durante un mes bajo condiciones de 20 grados bajo cero. Por esa batalla les recompensan con unos días de permiso pero a los dos días les dicen que tienen que volver al frente pero hay un motín en el grupo y se niegan a volver. El jefe de la brigada hace un escarmiento a la 24 horas y fusila sin juicio alguno a los 44 soldados de la brigada.

“Este episodio me abre un amplio campo, inexplorado, sobre los desertores de la guerra civil del cual hago una monografía. Los llamados a los quintos eran la mitad de los que se debieron haber presentado, en los dos bandos. Las cifras son brutales, solo se presentaban el 50% o el 35%”, explicó Corral.

Para el escritor nacido en San Sebastián esta experiencia le muestra que la guerra de la propaganda de los dos bandos que habla del entusiasmo de la guerra, del ardor, de los encantados que estaban los españoles de ir a la guerra, era todo mentira.
“Se intentaba movilizar a un pueblo, a una sociedad que estaba perpleja y desmovilizada, desmotivada por la guerra. Ahí cuento cómo ésta propaganda envía a España a una guerra civil a un enfrentamiento fraticida sin solución”.

Toda esta investigación le lleva a otro escenario. Al Madrid de los últimos días de la guerra civil que no ha sido casi tocado por la literatura de su país. “El escenario que veo ya no es un Madrid lleno de gloria como el que había contado Rafael Alberti sino es una Madrid hambriento, exhausto, desesperado, desesperanzado por la caído Cataluña a comienzos del 39, que era el centro y corazón industrial de la República”.

Ahí empieza la novela. La desesperanza se concreta en un rechazo al último Presidente de la República, Juan Negrín, y se generan movimientos políticos y militares, que aglutina el coronel Casado, jefe del ejército del centro, formado por elementos socialista, anarquistas y republicanos.

De esta manera, el 5 de marzo a las 12pm los soldados de Casado dan un golpe constituyéndose en el poder de la República. en los sótanos del Ministerio de Hacienda, en pleno centro de la ciudad, kilómetro cero de la Puerta del Sol.

Juan Negrín intenta negociar con ellos y no puede. Sale de España a las pocas horas en avión con todo su gabinete. La respuesta al golpe viene por parte del Partido Comunista a las pocas horas y moviliza tropas que están resistiendo en las afueras de Madrid y se sublevan ante Casado. Esto llevará a una semana de combates durísimos en el centro de Madrid y algunos historiadores hablan de 200 a mil muertos y heridos. Todo Madrid se ve sacudido por el enfrentamiento entre comunistas y los golpistas a los largo de Cibeles y el metro Sol.

“Buscando esta información encuentro un episodio con una fuerza literario irresistible pese a que algunos historiadores no le den importancia y lo consideren intrascendente para el final de la guerra: El día 8 de marzo cuando llevan combatiendo dos días las facciones republicanas en Madrid entre ellas mismas, las divisiones franquistas que esperaban entre Casa de Campo, Villaverde, El Pardo (al suroeste de la ciudad) deciden atacar Madrid para conquistarla a la vista de la descomposición y el caos al interior de las filas republicanas. El combate empieza a las seis de la mañana, sin embargo, a las tres horas de combates, y en algunas lugares se extenderán todo el día por quedarse tropas franquistas enfrascadas y encerradas en los enfrentamientos, los franquistas se retiran vencidos por los defensores de Madrid, que consiguen que sea inexpugnable pese a luchas internas”, revela un hipnotizado Corral.

Pedro Corral explica que el 8 de marzo es la última batalla de la guerra civil y la gana la República porque la ofensiva de la victoria que empieza el 26 de marzo y termina el primero de abril no se puede designar como una batalla. Más bien es una paseo militar de las tropas de Franco por Madrid ya que las divisiones republicanas a finales de marzo están obligados por coronel Casado a levantar la bandera blanco. Ya no hay un contingente que pelea.

“Lo importante de esta historia es que es la segunda gran derrota, contando la de noviembre del 36. Es un episodio que no tiene ninguna significación para la suerte de la República que cae finalmente, pero tiene una potencia literaria impresionante que me invitó a ver un episodio sincrónicamente desde los dos bandos, desde las dos trincheras que viven, sufren y padecen, y experimentan los mismos episodios en diferentes lugares. Yo he intentado resolver esa simetría imposible de la literatura la guerra civil”, señaló Corral.

‘La ciudad de arena’ muestra historias de personajes de los dos bandos y no necesariamente comprometidos con la causa que luchan. Son personajes que se ven atrapados en una situación concreta, de caos, de desesperanza. “Las tropas franquistas creían que iban a entrar a Madrid sin pegar un tiro y se les avisa que deben atacar esta fortificación y se sienten abatidos de seguir luchando una guerra de la cual están cansados. También debía ser contada la parte republicana como cuando los soldados ven como sus camaradas se enfrentan, se matan entre ellos, y al mismo tiempo ven que se acerca el enemigo por Ciudad Universitaria y en vez de salir corriendo se plantan, dicen que deben aguantar y no saben porque. Debo recalcar que casi el 90% de los dos bando eran reclutas forzosos y ellos cumplen su deber. Me impresiona mucho el comportamiento ejemplar en uno y otro bando. la gran mayoría sabía que todo esta terminado y que todo estaba liquidado pero de repente se ven enfrentados a un combate durísimo”, comenta con profunda admiración el autor.

Corral agrega que el ataque a Madrid del 8 de marzo no estaba ordenado por Franco. “Es una desobediencia a Franco porque este no quería volver a fracasar de nuevo en Madrid como en el año 36 en Jarama y en Guadalajara, que lograron repeler el ataca nacionalista, defendidas en manos del ejército republicano del General José Miaja y el Comandante Vicente Rojo. En febrero del 39 antes de acabar la guerra, Franco manda una orden que Madrid debe caer sin pegar un tiro. Sólo por el derrumbe y el abandono de los frente republicanos”.

¿A cuántas fuentes accedió para dar vida a su libro?

-Para lograr el tema central del libro entrevisté a tres personas. Sin embargo, tenía acabados testimonios como el de un anarquistas de la 70 brigada, que va a defender al Ministerio de Hacienda y lo curioso es que hasta que no llega esta brigada no empieza el golpe de Casado. Tengo transcripciones de radios, partes de operaciones, documentos del cuartel de Franco en Burgos, de la República, guerra de propaganda, panfletos. Tengo alrededor de 4 mil cinco mil documentos. He manejado mucha información histórica, realista, todos los detalles que aparecen en la novela si ocurren...

-También me reuní con un combatiente republicano que vino del frente de Guadalajara, en los últimos años. El me contó que venían a Madrid buscando familiares que tuvieran escondidos a un cura o a una monjita para cubrirse las espaldas cuando entrarán las tropas franquistas. Nada es lo que parece. Todos reaccionan de alguna manera que no lo harían en situaciones normales. Entre los republicanos hay oportunistas que van a los entierros a los brigadistas internacionales, militares pero que están trabajando para Franco, como espías y buscan la forma de quedar bien con los nacionalistas. Haríamos mal con colocarles etiquetas. Ellos deben recolocarse para la nueva situación que va a ocurrir.

-¿Cuál es la anécdota que más le sorprendió de la investigación?
-Cuando las tropas franquistas se preparan a entrar a Madrid, las tropas republicanas que abandonan los predios de Madrid lo primero que hacen es entrar al metro para escapar a sus casas, como un ejército derrotado. Yo he recreado este hecho histórico. Muchos de ellos van con insignias arrancadas y otros no porque no deben ocultar nada ya que han peleado por un gobierno que reconocen legítimo. El metro es una escenario de todos nuestros días en Madrid. Hay muchas referencias y huellas que Madrid tiene escondidas en sus calles y edificios.

¿Qué piensa de la ley de memoria histórica? ¿La literatura hace su propia ley de memoria histórica?

-Además de los ‘Girasoles ciegos’ o ‘Soldados de Salamina’ hay otra literatura de la guerra civil, como ‘El laberinto mágico’, que cuenta mucho sobre la guerra civil. No creo que sea una forma de hacer memoria histórica. Cada uno tiene derecho a contar sus historias. El reportero de guerra, Jesús González Green dijo algo muy cierto: “La guerra es un espejo roto en mil pedazos” y cada cual debemos recomponer ese espejo con los pedazos que nosotros nos parezca que tienen sentido contar.

-En mi opinión los familiares tienen derecho a sus reclamaciones pero los políticos se han olvidado y se han aprovechado de esta propaganda, especialmente los del PSOE, que han hecho la ley para sus propios fines. El gobierno no se mojó para luchar por la memoria histórica.

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